Profecías ocultadas por el Vaticano

John Burke, fué un clérigo ingles del siglo X, quien no reveló nada mientras vivió para evitar ser tomado por brujo, redactó sus profecías y las guardó hasta el día de su muerte. Entonces sus herederos las enviaron al Papa, las autoridades eclesiásticas después de leerlas guardaron los textos celosamente y no fueron mostrados durante décadas a la sociedad.

En el año 1.106, mientras rezaba en su claustro, Jhon Burke se vio transportado a otro lugar, realizó un viaje en el tiempo al año 2.315, estaba entre los habitantes de la Tierra, pero ellos no se percataban de su presencia. John Burke redactó lo siguiente:

“Estas personas llegan a vivir hasta los 145 años y gozan de una excelente salud. A todo niño recién nacido se le suministra una sustancia milagrosa que previene cualquier enfermedad que pueda padecer en el futuro. A esto le llaman inmunización.

Según parece, antes de este tiempo, existían enfermedades y dolencias de diversos tipos, pero tres de ellas son particularmente mortales. Una es el cáncer, las otras dos me resultan desconocidas y ellos las llaman SIDA y Zantus.

Esta última enfermedad aparece en la tierra a principios del siglo XXI y es responsable de la muerte de millones de personas. Ignoro en que época se halla un remedio contra estas dos plagas, pero bastante más adelante, con la inmunización esta todo solucionado”. Cuenta también que su primer viaje al futuro fue muy gratificante y que no sabe porque extraña razón durante 7 días volvió a desplazarse en el tiempo.

Francois de Falcouc, joven sacerdote francés del siglo XVI, cayó en estado de coma, durante el cual hizo un viaje al futuro. Al despertar escribió sus visiones, los documentos fueron enviados al Papa, luego de su muerte en 1.743. La Iglesia no dijo nada al respecto.

Francois de Falcouc vio como los algo que el llamó ángeles acudían a la Tierra para ayudar a la humanidad, he aquí su relato:

“De repente, me vi sobre una colina; jamás había estado antes en aquel lugar. Unas luces muy resplandecientes comenzaron a centellear a mi alrededor mientras sonaba un insistente ruido; era como un taladro inmenso en el cielo. Un objeto enorme y gigante se dirigía hacia mí; quise correr o gritar, pero estaba totalmente paralizado.

Entonces pude ver como aquella cosa se posaba sobre la tierra y una de sus puertas se abrió, dejando paso a unas criaturas extrañas y hermosas, que venían a la tierra en son de paz y además a ayudar a la humanidad, enseñándole a vivir en armonía y trayendo un mensaje de concordia".