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El criminal equipo de fútbol de la mujer de Mandela y sus "collares ardientes"

Publicado en por Skiper

Fuente: http://www.elsemanaldigital.com/el-criminal-equipo-de-futbol-de-la-mujer-de-mandela-y-sus-collares-ardientes-132658.htm

Una parte del mito Mandela le debe mucho a su esposa Winnie, la mujer que batalló por su marido en las filas del ANC y que, después, utilizó su parentesco y lo pringó en crímenes y sevicias. 

 

 

A Stompie Moeketsi le encontraron muerto, cosido a puñaladas y con el cuello abierto de una cuchillada, en los primeros días de enero de 1989. Tenía catorce años y unos días antes, junto a Kenny Kgase, Pelo Mekgwe y Thabiso Mono, había sido secuestrado de la residencia del reverendo metodista Paul Verryn en Soweto. 

Los cuatro fueron sometidos a torturas pero, según parece, a sus captores se les fue la mano con Stompie. El chaval, que simpatizaba con el Congreso Nacional Africano, no fue capturado y asesinado por un comando del aparato represivo del Gobierno sudafricano. Sus ejecutores fueron miembros de un peculiar equipo de fútbol que compartía ideología antiapartheid: el Mandela Club de Fútbol.

 

 

Bajo tan curiosa denominación se escondía una banda de matones de la peor estofa y lealtad probada a Winnie Mandela, esposa de Nelson. Si éste había sido convertido en un símbolo, su mujer no le iba a zaga. En gran parte, el mito Mandela debía mucho a su lucha. Nomzano Winfreda Madikizela, de soltera, había peleado por su marido encarcelado dentro de las filas de su partido y se había enfrentado a penas de prisión leve y al confinamiento en una aldea. 

Como esposa de Mandela, Winnie estaba ungida de la legitimidad que le daba su parentesco. En los años setenta y ochenta su delirio fue a más, hasta el punto de ser conocida como la Madre de la Nación. Negra, por supuesto. 

 

 

La reina de Soweto

Su matrimonio con Mandela le sirvió para ganar poder dentro del ANC. En los años ochenta, Winnie hacía y deshacía a su antojo en uno de los principales núcleos de población negra, Soweto, símbolo de la resistencia al apartheid. Considerada como la intérprete del oráculo preso en Robben Island, Winnie aprovechó bien el parentesco. 

Soweto era suyo. O, al menos, debía serlo. El delirio de Winnie le llevó a parapetarse tras una banda de sicarios camuflados como un equipo de fútbol que no dudaban en dar el paseo a quien pusiese en tela de juicio a la Madre de la Nación. 

Mientras Mandela vivía en prisión, su esposa no sólo mezclaba la política, la violencia y el poder. Las historias del apetito sexual de la Madre de la Nación pasaron a ser proverbiales. Tanto como su invocación al asesinato. 

 

 

Los "collares" de Winnie

Entre 1984 y 1986 el Gobierno sudafricano tuvo que afrontar la revuelta de las township, los suburbios negros, puesta en marcha por el CNA. En aquellos años Winnie llamó a liberar Sudáfrica "con nuestros collares y nuestras cajas de cerillas". 

La alusión no era inocente. La esposa de Mandela se refería a los necklaces, una estremecedora forma de ejecutar consistente en introducir el cuello o el cuerpo de la víctima en un neumático, empaparlo con gasolina y prenderle fuego. A la joven Maki Skosana le cabe el triste privilegio, según la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, de haber sido la primera víctima de este método en 1985. Su propio hermano testificó cómo antes quemarla viva le introdujeron cristales rotos en la vágina. 

 

 

Los necklaces se convirtieron en el método de ejecución favorito de los guerrilleros del CNA y los chicos del fútbol de Mandela no fueron menos. Todo "colaboracionista" era susceptible de acabar achicharrado, aunque tal acusación sirviese en muchos casos para ajustes personales o políticos. Y es que buena parte de las víctimas de aquellos años fueron miembros de la población negra. Que la esposa de Mandela invocase a tal práctica no era inocente, pues para muchos su voz transmitía la del preso. 

 

 

¿Crímenes sin castigo?

El caso de Stompei fue paradigmático. Los chavales fueron secuestrados como parte de un maquiavélico plan para pringar al reverendo Verryn. El crimen de Verryn era hacer sombra a Winnie como referente de la comunidad de Soweto. En lugar de eliminarle por las bravas, pensaron otra maniobra: hacer que los chicos que tenía recogidos le acusasen de abusos sexuales y corrupción de menores. Al negarse fueron torturados. Y el resto de la historia ya es conocido.

 

 

Aquél crimen persiguió a Winnie y a su escuadrón de la muerte y salpicó a Mandela tras su puesta en libertad. El referente del CNA entendió que debía proteger a su esposa pero también el Gobierno blanco de la época, que no quería que el escándalo pudiera desbaratar un proceso más o menos pacífico. 

En 1991 Winnie fue condenada por secuestro y complicidad de asalto a seis años de cárcel. Sin embargo, la pena se rebajó a una multa y a dos años de prisión que, tras apelaciones, nunca cumplió. Mandela llegó a incluirla como ministra en su primer Gobierno y aquello fue su final político y personal entre el pestazo a corrupción, sus desfases verbales con acusaciones de tibieza ante los blancos y un divorcio de armas tomar. 

 

 

No fue la única píldora amarga que Mandela tuvo que tragarse por parte de Winnie. Además del descubrimiento de sus múltiples infidelidades, la Comisión de la Verdad y la Reconciliación denunció a Winnie como responsable de atentar contra los derechos humanos y señaló su participación en dieciocho actos contra los mismos, ocho de ellos asesinatos. 

Sus desavenencias con los sucesores de Mandela en la Presidencia también son de sobra conocidas. Sin embargo, Winnie tiene otras preocupaciones después de que, tras años de silencio, en diciembre de 2012 se reabriese la investigación por la desaparición de otros dos jóvenes Lolo Sono y Sibuniso Tshabalala, en noviembre de 1988.


Al parecer, ambos habrían sido ejecutados al ser considerados espías de la Policía. El padre de uno de ellos aseguró haber visto cómo su hijo era introducido a golpes en una camioneta bajo la atenta mirada de la propia Winnie. La misma mujer que acudió a despertir a Mandela y se fundió en un abrazo con su viuda.


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