Autor: Hrod Mérida (Miembro de Socialismo Revolucionario, CIT)

Parte 4. El ciclo de revoluciones árabes. Antecedentes del actual movimiento de revuelta
Este proceso no es aislado, sino que parece a ratos, querer inspirarse en el magnífico ciclo de revoluciones y revueltas, inconcluso aún, en el Mundo Árabe, con sus epicentros en Túnez y Egipto, en la Plaza Tahrîr.
Este ciclo comenzó con un movimiento de manifestaciones ciudadanas en las plazas de los principales centros neurálgicos de ambos países, que, primero en Túnez y, posteriormente en Egipto, empezaron por sectores de la clase media, estudiantes y trabajadores profesionales y licenciados con escasa expectativa laboral, así como pequeños comerciantes y vendedores ambulantes, fueron seguidos por un espléndido movimiento de huelgas obreras, en las que rápidamente comenzaron a combinarse consignas de tipo político y económico; así, fue la clase trabajadora, organizada en organizaciones sindicales como la CGTT tunecina, y los sindicatos independientes así, fue la clase trabajadora, organizada en organizaciones sindicales como la CGTT tunecina, y los sindicatos independientes egipcios –cuyo origen se remonta a la primera huelga textil de 2006–, la que, en última instancia, tuvo el mérito de derribar, en escasos días, a los gobiernos autocráticos de Ben `Alî y Mubârak, fuertemente implantados desde hacía décadas, con el apoyo incondicional del imperialismo estadounidense y europeo –no en vano, hasta 2 semanas después de comenzar las revueltas, sus respectivos partidos gobernantes aún se encontraban inscritos como miembros de la Internacional de Partidos Laboristas y Socialdemócratas, junto con el PSOE de Rubalcaba y Zapatero, el SPD de Schroeder y el Partido Laborista de Tony Blair–.
Ésta contó, desde el principio, con el apoyo del movimiento ciudadano de las plazas, que incluye a sectores de la clase media urbana, estudiantes y trabajadores cualificados, con títulos universitarios, y de la pequeña burguesía (pequeños comerciantes y trabajadores autónomos, vendedores ambulantes, profesiones liberales, etc.), del que un sector acomodado, atraído por las falsas promesas “democráticas” de la nueva Junta Militar, con sus llamados a la vuelta al trabajo y la reconstrucción del país, comienza ahora a desligarse, en la nueva fase del proceso revolucionario que se abre, con la caída de los dictadores, Ben `Alî y Mubârak, y la formación de nuevos gobiernos provisionales títeres formados por miembros del alto mando militar y la clase dominante, incluyendo a funcionarios y ministros del anterior régimen.
Este movimiento ha tratado de extenderse, también, al monolítico régimen libio de Gaddâfî. No obstante, dada la falta de independencia tanto de la burguesía libia como del imperialismo estadounidense y europeo, los comités populares armados en la mayoría de ciudades liberadas no han logrado aglutinar al conjunto de la clase trabajadora (muchos de los cuales son inmigrantes)y de los jóvenes, así que la represión indiscriminada del gobierno ha desarrollado una situación de guerra civil abierta. Ello contribuye a frenar el proceso, permitiendo el asentamiento de un gobierno pro-imperialista burgués en el bando rebelde, formado por antiguos militares del régimen, a semejanza de sus homólogos egipcio y tunecino.
Este gobierno, cuya expresión es el CNTI, amenaza ahora con arrebatar la revolución a las capas populares autoorganizadas en los comités locales, que actúan como organismos de doble, y con abrir el paso a una intervención imperialista del sector intervencionista de la OTAN (en torno a Francia, Inglaterra, España y Estados Unidos, al que únicamente se ha adherido la Italia de Berlusconi, hasta el momento principal aliado de Gaddâfî), no sólo por aire, sino por tierra, lo que terminaría desnaturalizando y desviando por completo el proceso a una guerra de reparto neocolonial y a la creación de un protectorado, con la implantación de un gobierno títere, en el Este de Libia.
Así, mientras la rebelión se extiende a Siria, amenaza con degenerar en Yemen y es reprimida en Bahrayn en un amasijo sanguinolento por las tropas saudíes y de la coalición de emiratos del Golfo Arábigo, un sector de las capas populares españolas, que abarca desde jóvenes estudiantes y capas medias profesionales afectadas por la crisis, carente de futuro, hasta desempleados, amas de casa, empleados públicos y de la sanidad y trabajadores, comienza a llenar las plazas, creando las bases, todavía embrionales, de un sistema de democracia participativa a través de mecanismos asamblearios.
Vemos un movimiento de cuestionamiento al régimen turnista y bipartidista burgués actual, y al sistema económico, en el que la clase trabajadora y la juventud es incapaz de encontrar cauces de representación política y democrática en torno a alternativas de cambio reales. Mientras dicho movimiento comienza a ser capaz de coordinarse a nivel provincial y supraprovincial y a extenderse a los barrios y localidades de la periferia capitalina, esperando a que la clase trabajadora irrumpa en escena, en Grecia las movilizaciones populares alcanzan ya cifras de más de 250.000 manifestantes, los cuales llenan las calles hasta la puerta del parlamento, llegando a duros enfrentamientos con la policía.
Asimismo, en Barcelona, el conseller d'interior, Felip Puig, recurría a policías vestidos de paisano para tratar de provocar altercados en las protestas del 15 de Junio, en las inmediaciones del parlamento catalán, ante los medios de prensa, en un intento por justificar la carga policial y desacreditar al movimiento, apelando a su supuesto carácter violento, ante la opinión pública de unos medios de prensa burgueses que comienzan ponerse nerviosos, y retorcerse en extertores, dirigiendo todo tipo de injurias y “llamadas al orden” en contra la “batasunización” y la “intrusión de elementos anticapitalistas” en el seno del movimiento 15-M. Al tiempo, apelan a la mayoría supuestamente despolitizada del 15-M a despojar de sus protestas a estos elementos “anticapitalistas” y “batasunos” que “empañan sus protestas”, que han sido hasta ahora “un ejemplo de civismo y pacifismo ciudadano”.
Se equivan Vds, “ilustres” señores tertulianos de 59 segundos, ABC, La Razón e Intereconomía. Los “ciudadanos” que protestan en el 15-M no son “sólo marionetas al servicio de los intereses de una minoría de elementos batasunos y anticapitalistas radicalizados”, simplemente han hecho suyas las consignas que llevan presentes harto tiempo ya en los únicos sectores de la sociedad que, a pesar de la desinformación que generan sus medios, han tenido la suficiente claridad de ideas para poner en el centro de la palestra pública la denuncia del carácter atroz de las políticas antiobreras promovidas, a través del turnismo PP-PSOE, por los señores grandes accionistas de la banca y grandes monopolios.
El crimen de estos anticapitalistas, es haber sabido identificar, con nombres y apellidos, el origen del problema que aqueja a la juventud y la clase trabajadora de este país exhausto por 4 décadas de represión franquista y otras 3 décadas de privatización, explotación y recortes antiobreros, y saber ganar para su causa a unas masas populares descontentas, que han visto en sus consignas la síntesis de sus problemas.
Por primera vez, las masas populares de jóvenes, desempleados y trabajadores cualificados y precarios que comienzan a llenar las calles en espera de que salga a la palestra el trabajador industrial, el funcionario público, el trabajador de transportes, el jornalero, han comenzado a entender que el problema, no se debe a la gestión de un señor –véase Aznar, Felipe González o Zapatero–, sino a que tras de la fachada del parlamento, monopolizado por partidocracias corruptas, se encuentran los intereses de capitalistas y banqueros. Que ante eso, la “democracia” actual es una máscara, que sólo sirve para beneficiar a una oligarquía de banqueros, políticos y empresarios. Ese orden de “instituciones y valores democráticos” a los que esta ralea de tertulianos apelan, furiosos por que la rebeldía de estos jóvenes comienza a traspasar los límites jurídicos y legales del parlamentarismo burgués y la propiedad privada, es poco menos que una mentira.
Se escudan en estigmas como “Batasuna-ETA”, mezclando así churras con merinas, para ocultar la verdadera causa de su nerviosismo, ¡que una multitud de jóvenes en pleno régimen post-transición, ha comenzado a cuestionar las sacrosantas instituciones democráticas al servicio de una oligarquía de políticos profesionales, empresarios y banqueros!, y han comenzado a no verse representados en el parlamento. Dicho en otras palabras, que mientras los medios del gran capital a quienes rinden pleitesía, se coordinan y ponen de acuerdo para silenciar al unísono la aprobación, desde el parlamento catalán, del último gran paquete de recorte a servicios públicos, con la rebaja, ni más ni menos, que de un 41% del presupuesto destinado a becas, una protesta de varios miles de ciudad una protesta de varios miles de ciudadanos estaba en la puerta del parlamento decidida a abuchear a los políticos, decidida a denunciar esta atrocidad a los cuatro vientos en las redes sociales, y decidida a obstaculizar su labor de rapiña obligándoles a entrar en helicóptero al parlamento.
Bendita sea pues, la actitud rebelde e insumisa del movimiento de revuelta juvenil, y la dirección anticapitalista de este movimiento. Bienvenida sea la participación en él de organizaciones revolucionarias y sindicatos independientes.
Actualización del programa revolucionario en Europa. Contra los estrechos márgenes del parlamentarismo. Derrocar a los mubâraks de la banca, las empresas, el FMI, el bipartidismo PP-PSOE y el Tratado Económico Europeo.
Así, tenemos que –a pesar de gozar, en Europa, de un régimen de libertades formales, de reunión, de organización, de prensa– la situación no es muy distinta, en su esencia, a la que padece el mundo árabe: ninguno de los grandes partidos que regentan el aparato de Estado capitalista, es capaz de plantear, en la actualidad, alternativas, al actual modelo de explotación “neoliberal” –o capitalista salvaje–, y dar un respiro a las masas.
Por el contrario, parecen obsesionados en desviar fondos del Estado a la financiación de una deuda bancaria que no termina de subsanarse, recortar ayudas públicas, aumentar la participación o la financiación privada de servicios, aprobar reformas laborales regresivas y destruir convenios colectivos, a la par que firman religiosamente cada nuevo ERE que se traduce en nuevos despidos, y en el aumento vertiginoso de los índices del desempleo.
Ante esta disyuntiva, y ante el empuje de los planes de austeridad, el carácter espontaneísta y anti-organización política y sindical del movimiento 15-M, representa una cuña entre el movimiento de la juventud precaria y de la clase media venida a menos, y el movimiento de la clase obrera industrial, del sector transportes, de los polígonos, que sí que cuenta con organizaciones de tipo sindical perfectamente vertebradas, así como con organizaciones políticas de tipo obrerista.
Supone, por tanto, un freno para la llegada a la palestra pública de las amplias masas de trabajadores, en lucha contra la dirección pactista, e inmobilista de los grandes sindicatos –UGT y CCOO–, paso este necesario para la superación de la mera conciencia individual del actor social que compone las revueltas.
Hace falta una conciencia colectiva, de clase, que identifique condiciones, intereses y objetivos comunes entre los que luchan, y a un determinado actor del cambio social, y no tan sólo meros “ciudadanos” abstractos, formalmente iguales ante la ley y la Carta de Derechos Humanos; ya que quienes luchan, y sufren las medidas de los planes de austeridad, están objetivamente separados por miles de intereses con respecto a la clase dominante; ya que esta clase dominante tiene una serie de intereses colectivos diametralmente opuestos a los de la clase trabajadora; ya que son los trabajadores quienes generan la riqueza y el plusvalor del que generan sus ingresos los empresarios; es necesario contar con organizaciones independientes de los trabajadores. Apoyamos, en este sentido, la constitución de Asambleas de Trabajadores de Barrios y Pueblos, como un paso más, en el desarrollo de la lucha y la conciencia de clase, contra los ataques de políticos, banqueros y empresarios.