Fuente: http://www.eleconomista.es/mercados-cotizaciones/noticias/3216698/07/11/Bombardeo-de-ratings-al-euro.html
La gota que colmó el vaso llegó en la tarde-noche del martes. Moody's, una de las tres principales agencias de calificación de riesgos del mundo junto con Standard & Poor's y Fitch, anuncia un drástico recorte del rating de Portugal. Lo sitúa en grado especulativo o basura y avisa de que Lisboa puede necesitar un segundo rescate, tras el recibido en abril de este año. La deuda española se asoma al top ten de los países con mayor riesgo de impago.
A la mañana siguiente, Bruselas descargó contra Moody's -y por extensión, contra el conjunto de las firmas evaluadoras- toda la rabia contenida durante los últimos años. Un ataque que muestra del hartazgo de las instituciones europeas, que entienden que las agencias primero no vieron la crisis -ni la financiera ni la periférica- y ahora hurgan en la herida, con rebajas que agravan los problemas.
Aunque, como trasfondo, ese malestar responde a otro asunto más grave. ¿A qué se debe la fijación de las firmas con la eurozona? ¿Cómo es posible que en los tres últimos años, Grecia, Irlanda, Portugal y España hayan sido bombardeadas con 47 recortes? ¿Acaso buscan romper el euro y acabar con el proyecto de la Unión Económica y Monetaria (UEM)?
Este caldo de cultivo se apoya en la última decisión de Moody's, pero también en otras que nutren las sospechas. Como cuando, el pasa do 10 de marzo, Moody's bajó la nota de España horas antes de que el Banco de España anunciara las necesidades de capital del sistema financiero español o como cuando, en abril de 2010, S&P redujo el rating de Grecia a grado especulativo en plena discusión sobre su primer rescate.
Romper su oligopolio
Con este bagaje, el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, animó el miércoles a "romper el oligopolio de las agencias y limitar su influencia". El presidente de la Comisión Europea, el portugués José Manuel Durao Barroso, las acusó de fomentar la especulación, lamentó que hayan "tomado partido" contra la eurozona y juzgó "extraño" que no haya ninguna agencia europea.
Es una verdad a medias: Moody's, S&P y Fitch son de cultura anglosajona, pero la tercera pertenece al grupo francés Fimalac.
El enfrentamiento es uno más entre, por un lado, los Gobiernos que, pese a haber endeudado hasta las cejas a sus Estados, regiones o localidades, se resisten a que los mercados les dicten su política. Y, por otro lado, los diferentes ecosistemas de la economía global -bancos, agencias de rating, organismos de estándares contables, etcétera- que rechazan la pretensión de los poderes públicos de vivir ajenos a las leyes del mercado y a retocarlas según les convenga aún a riesgo de hacerse trampas en el solitario.
En estas batallas causó baja un José Luis Rodríguez Zapatero que admitió: "Íbamos a reformar los mercados, y los mercados nos han reformado a nosotros". Zapatero había negado sin éxito que España tuviera problemas, y acusaba al rotativo Financial Times de agitar a los mercados. ¿Vuelven a disparar las capitales europeas contra el mensajero en el caso del rating?
Conflictos de interés
Los políticos se aplican en convertirlas, junto a la banca, en las malas de la película. Desde luego a las agencias la crisis las pilló escandalosamente fuera de juego. Pero salvo excepciones como el gurú Nouriel Roubini, nadie vio venir o alertó de la tormenta perfecta. Los políticos y los supervisores, tampoco.
La UE legisló para obligar a estas empresas a mejorar su metodología y, sobre todo, para prevenir conflictos de interés. Las agencias habían sido juez y parte: habían evaluado de manera tan positiva como equivocada el riesgo de titulizaciones tóxicas y otros productos financieros que ellas mismas habían ayudado a concebir. Ponían nota a los clientes a los que facturaban por asesorar. Su independencia y credibilidad hacía agua: no mordían la mano que les daba de comer.
Bruselas dio una segunda vuelta de tuerca legislativa para asegurarse de que estas agencias no escaparan a la vigilancia de la recién reforzada red europea de supervisores nacionales, el embrión de lo que en el futuro podría ser un eurosupervisor único. S&P y Moody's operan desde EE UU y Fitch, desde Nueva York y Londres.
El conservador francés Michel Barnier, comisario europeo de Mercado Interior, ultima una tercera oleada legislativa que prevé presentar en otoño. Baraja exigir más transparencia a la metodología y las evaluaciones de las agencias.
Sin sorpresas ni sustos
También se plantea evitar las rebajas por sorpresa, exigiendo más previsibilidad. Una actuación de las agencias que más saca de sus casillas a los líderes europeos es que anuncien una degradación cuando apenas queda tiempo para el cierre de los mercados. Los políticos temen estampidas por falta de tiempo para reaccionar al final de la jornada.
El rebaño de los inversores se caracteriza, como tantos otros, por su comportamiento gregario y sin término medio. Lo que sólo favorece a los especuladores más hábiles para pescar en río revuelto.
También molestan a los Gobiernos las degradaciones sin piedad, efectistas y casi a traición, como esta de Portugal. Justo cuando el nuevo Gobierno liderado por el conservador Pedro Passos Coelho acaba de entrar en funciones y desde el primer momento anuncia su voluntad de ir incluso más lejos de lo exigido por el Fondo Monetario Internacional (FMI) en el duro programa de ajustes presupuestarios, reformas económicas y privatizaciones.
Es cierto que Moody's anunció hace tres meses que en estas fechas rebajaría la nota lusa, pero no se esperaba semejante recorte.
Denuncias: daños y perjuicios
Bruselas también pretende aclarar la responsabilidad de una agencia en caso de grave negligencia. Y así despejar la vía a posibles demandas civiles y reclamaciones de indemnizaciones multimillonarias por daños y perjuicios.
Las agencias de rating están en el punto de mira de diversas denuncias desde que comenzara esta crisis. En España, un equipo de abogados anunció en febrero una querella ante la Audiencia Nacional contra ellas por, presuntamente, intentar de forma reiterada alterar los precios en los mercados en beneficio propio y de sus clientes, perjudicando al Estado español y al ciudadano de a pie.
Recursos similares han sido anunciados e interpuestos en Grecia y Portugal. En Alemania, según informó Reuters, un grupo de pequeños inversores acudió en 2010 ante la Justicia contra las tres grandes agencias, tras apostar su dinero al gigante bancario estadounidense Lehman Brothers poco antes de su sonada quiebra en 2008, animados por su buen rating.
También hay pleitos en Norteamérica, donde antes del caos generado por la crisis actual era prácticamente imposible atacar a través de la Justicia a estas agencias. Se escudaban en la libertad de expresión para emitir opiniones. Según informó el rotativo americano The Wall Street Journal en junio, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (SEC, según sus siglas en inglés) estudia cómo denunciarlas.
Tomar medidas
Los políticos europeos dicen ser favorables a la creación de una agencia de rating europea que contribuya a romper el oligopolio de las tres grandes vigente hasta la fecha. Se ha llegado a hablar de poner en pie una agencia pública. Pero su credibilidad estaría lastrada al evaluar la deuda de los Estados que la financian.
Una de las frustraciones de los políticos es que, pese a todos los errores de S&P, Moody's y Fitch, el mercado sigue otorgándoles más credibilidad que a las instituciones públicas que aseguran que ni Grecia, ni Irlanda, ni Portugal quebrarán. O, al menos, los inversores siguen reaccionando en función de sus anuncios.
De hecho, en los pasillos comunitarios no extrañó que Moody's afirme que Portugal necesitará una ampliación de su rescate como Grecia, aunque sí duele que haya países europeos con ratings similares o inferiores a los de países en vías de desarrollo. En Bruselas se descuenta hace tiempo que una vez que un país rompe el tabú de pedir auxilio, someterse a los dictados del FMI y arriesgarse a un cambio de Gobierno como en Dublín y Lisboa, las peticiones de ayuda se desdramatizan y ningún país volverá al mercado sin verlo claro, aunque esta semana el nuevo ministro griego de Finanzas, Evangelos Venizelos, asegurara que Atenas volverá a emitir deuda en 2014.
Tiempo
Según informa el rotativo francés Les Echos, el despacho alemán Roland Berger intenta movilizar desde hace aproximadamente un año a diferentes actores financieros para crear una agencia de calificación en Fráncfort. Para evitar conflictos de interés, estaría financiada no por emisores, sino por inversores.
Pero para que las agencias de calificación creadas de la nada puedan ejercer de contrapeso haría falta mucho tiempo: la reputación y el tamaño no se ganan de un día para otro. Este mercado recuerda el de las auditoras, igual de concentrado pese al interés constante de los políticos de favorecer la emergencia de competidores con talla suficiente como para rivalizar con las Big Four: Deloitte, PwC, Ernst & Young y KPMG.